Deber dinero inquieta a cualquiera, pero por alguna razón la idea de poseer
algo primero y pagarlo después resulta más "cómoda" para la mayoría de las
personas.
En México ya sea por apatía, poca planeación en casa o la efectiva seducción
de los bancos, esa falsa creencia de los créditos como
ingresos extra se mantiene todavía como el germen de esa
enfermedad que a veces parece epidemia: endeudarse.
De hecho es esa "lógica" y no la deuda en sí el verdadero
origen del problema, ya que un préstamo pensado para ser más productivo (como un
negocio por ejemplo) o crear patrimonio (tal como un inmueble) no tiene por qué
ser una mala idea.
Los créditos planeados para crecer no tienen nada que ver con los mal
utilizados como si fueran un aumento de sueldo. Esa es de hecho la trampa típica
de las tarjetas de crédito.
Es entonces cuando aparentemente resulta más sencillo tramitar un plástico
para comprar bienes y servicios que no necesariamente son importantes ni
duraderos, tal como esa prenda de moda, el celular para presumir o esa pantalla
de plasma.
La banca comercial en México ha explotado ese vicio privilegiando el
crédito al consumo sobre el crédito
productivo. Aunque de cualquier forma, la deuda no
deja de ser responsabilidad de quien la firma (y más si no se leyó el contrato).
Recuerda que el negocio del banco es ese: las ganancias por el interés que le
pagan por sus créditos; no nos regalan el dinero, ni tampoco son casas de
beneficencia.
Por ello, la mejor forma de prevenir el "virus" del deudor es tomando en
cuenta una sencilla regla: al menos elegir un crédito al que no
tengas que pagarle más del 30% de lo que ganas.
Y para reforzar esa "vacuna" lo mejor es tomarte el tiempo para buscar con
lupa esas letras pequeñas que por ley toda institución de crédito debe mostrar:
el Costo Anual Total (CAT).
Ese CAT -que el locutor de los anuncios bancarios pronuncia
como trabalenguas- es la mejor defensa para comparar entre créditos, pues nos
resume tanto los intereses como las comisiones
que te van a cobrar al año en un solo numerito.
Si las tasas de interés en nuestro país son de las más caras
del mundo, ya con los cobros adicionales que suma el
CAT encontrarás groserías de entre 40 y 90% de costo anual.
Ante ese panorama, la mejor defensa es aplicar la disciplina del
"totalero"... pagar puntualmente para evitar así intereses y
formarte un buen historial crediticio con el que puedes pelear condiciones de
crédito mucho más justas.
Hay "cura" para tu mal, pero lo primero que debes hacer es aceptar tu realidad: debes dinero, no puedes seguir postergando el problema y echarle la culpa al banco no sirve de mucho.
Para empezar, debes tomar la amarga medicina de apretarte el cinturón: hacerte a la idea de recortar tus gastos mientras pasa la crisis, pararle de una vez por todas al 'tarjetazo' y pagar más del mínimo si no quieres alargar la deuda ¡incluso por años!
Si cuentas con varias tarjetas puedes utilizar transferencias de saldo para concentrar tu deuda en una sola, tal vez con menos servicios pero negociando tasas de interés más bajas.
Otro remedio es solicitar un plan de pagos fijos donde puedes acordar un plazo para solventar cantidades que ya no se muevan; la ventaja es que te evitas tasas de interés variable que pueden brincar mensualmente, complicando el asunto.
Ya si de plano estás hasta el cuello de pasivos, queda la más desventajosa alternativa: la famosa "quita".
Pensar que se trata de "perdonarte" la deuda es erróneo, pues la reducción no es espectacular y es pésima marca en el Buró de Crédito: exhibirte como no pagador es peor que aparecer con atrasos, ya que nadie más te prestará en el futuro.
No te dejes de las agencias de cobranza: no les creas si te amenazan con cárcel, ya que eso es falso. Tampoco te dejes de las "reparadoras" de crédito, a veces te sacan más dinero y su cuento de borrarte del Buró también es mentira.
Mucha suerte y nos leemos en la próxima entrada.
* Este post también fue publicado en EL UNIVERSAL