Para muchos mexicanos, la Bolsa de Valores es algo demasiado
sofisticado, peligroso, sólo para especialistas o de plano para millonarios.
Para ahorrar preferimos la banca, donde sentimos nuestro dinero más seguro.
Según datos de 2011, existe en el sistema financiero del país un 51% de
participación de la banca comercial contra un pobre 4.2% de casas de bolsa y
otro 11.3% de fondos de inversión. Nada que ver con el más de 60% de personas en
Estados Unidos que acostumbran invertir en acciones o en
deuda.
Tal cual, no estamos familiarizados con nuestra Bolsa Mexicana de
Valores (BMV). Sobre ella nos hablan en los noticiarios y periódicos,
pero no todos entendemos de qué van esos numeritos parpadeantes que
constantemente suben y bajan.
Por supuesto no es malo guardar la lana en el banco, son prácticos y los
cajeros nos facilitan la vida, pero ¿por qué no nos animamos a probar otra
estrategia? Las típicas cuentas de ahorro no llegan a superar el 3% de
rendimiento, mientras que la deuda corporativa rasga el 5% y las acciones pueden
alcanzar el 13% o más al año.
Para empezar ¿qué es la Bolsa? No es más que el árbitro del
juego donde se cambian valores: ese lugar al que van las empresas para obtener
financiamiento, algo así como si acudieran al banco, pero en lugar de créditos
buscan el dinero de los inversionistas, dispuestos a apostar por esa empresa.
El inversionista puede ser cualquiera de nosotros. Creemos en el proyecto del
empresario y por eso le compramos un pedazo de la empresa -las famosas
acciones- a cambio de que nos regrese dividendos si le fue
bien, aunque si la va mal, a nosotros también nos va mal y sufrimos pérdidas.
Imaginemos que la dueña de Maseca abre una nueva planta y con ella logra
producir más tortillas: pues esas ganancias las reparte entre sus accionistas.
Por el contrario, si algún temporal destruyó sus cosechas de maíz registrará
entonces pérdidas, tanto para el fabricante como para quienes invirtieron.
En la Bolsa cotizan compañías de todos colores y sabores:
farmacias, embotelladoras, universidades, aseguradoras, cerveceras, aerolíneas,
televisoras... o cualquier empresa no precisamente grande que quiera listarse,
siempre y cuando mantenga sus estados financieros en orden.
De todas ellas se toman las 35 más importantes para darnos una idea de cómo
van las demás en una jornada de la Bolsa, una especie de
termómetro que nos dice si en el día hay ganancias o pérdidas. Es el mentado
Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) y de hecho todos los
países tienen el suyo, como el FTSE de Inglaterra, el
Nikkei de Japón, el Bovespa de Brasil o el
Dow Jones de los Estados Unidos.
Así de simples son esos conceptos que a muchos les parecen lejanos, pero para
quienes quieren involucrarse más allá con su dinero ¿por dónde empezar? La vía
más sencilla son los fondos de inversión.
¡Pero espera!... obviamente semejante capital supera las posibilidades de cualquiera de nosotros, pero justo para resolver ese problema es que existen algunas facilidades tal como son las sociedades de inversión, donde reúnen el dinero de varios ahorradores para comprar en conjunto un instrumento de inversión.
Y es que la unión hace la fuerza, porque hace posible comprar títulos que en solitario no podríamos, con la ventaja de entrar con montos que arrancan desde los mil pesos, aunque una que otra puede pedir 5 mil o hasta 10 mil.
Estas entidades deben estar reguladas por Comisión Bancaria y de Valores (CNBV) y llegan a cobran comisiones, tipo 30 pesos mensuales. La ventaja es que no te dejan solo, ya que un asesor pregunta por tus objetivos de ahorro y con ese perfil te sugiere un "portafolio" para que coloques los instrumentos de chile, mole y pozole que mejor te convengan.
La idea de ese "portafolio" es justo diversificar instrumentos, porque si en alguno de ellos pierdes, tienes otros en donde ganas. Existen de todo tipo, ya sean bonos, notas estructuradas, acciones, certificados, en fin... pero para fines prácticos podemos dividirlos en dos: renta variable y deuda.
Como su nombre lo dice, en la renta variable puedes ganar mucho... o perder mucho. Es la opción para valientes, casi un volado, pero la recompensa es alta porque, como ya mencionamos, inviertes en acciones y otros títulos de capital que dependen del éxito o fracaso de una empresa.
En contraste, en los instrumentos de deuda la inversión es más segura porque -también como su nombre lo dice- le "prestas" a una compañía que tiene la obligación de pagarte le vaya como le vaya, es decir, tiene una "deuda" contigo aunque por ese bajo riesgo tu ganancia es menor.
Por cierto que los típicos emisores de deuda son los gobiernos, que así como las empresas igualmente participan en el mercado financiero. Aquí entran por ejemplo los mentados Cetes (Certificados de la Tesorería) con los que recibes un "interés" por haberle "prestado" lana al gobierno federal.
Así pues, entre mejor diversificado organices tu "portafolio" mejor será el balance entre seguridad y buenos premios.
De hecho, lo ideal es igualmente diversificar todo tu ahorro y no guardarlo sólo en bancos, pero tampoco sólo en fondos de inversión. Este post es para principiantes y el mejor consejo es que, si te animas a probar en Bolsa, conserves siempre dinero disponible para cualquier emergencia o gastos inesperados.
¿Dónde encontrar o comparar fondos de inversión? Puedes revisar con calma el buscador de la CNBV.
Por supuesto existen otras maneras de llegarle a la BMV, pero de ellas hablaremos en próximas oportunidades. Para mayor información consulta la guía de la Condusef o las preguntas frecuentes de la CNBV.
* Foto del interior de la Bolsa Mexicana, de Juan Boites.
* Esta entrada también se publicó en EL UNIVERSAL
2 comentarios
comentariosHola, me gusto tu publicación en El Universal y vengo aquí a aprender un poco más. ¿Es cierto que se puede empezar desde $1,000 a invertir? Me gustaría saber más al respecto
ReplySi es posible, hay planes incluso para estudiantes donde dan más facilidades en la apertura
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